lunes, 23 de septiembre de 2013

Las Causas Psicológicas de las Enfermedades Maestro Tibetano Djwhal Khul


Antes de continuar quisiera decir que trataré de evitar en lo posible todo tecnicismo. Nuestro tema es la consideración esotérica de la enfermedad y sus formas; intenta elucidar el tema de esas enfermedades y sus causas vitales e indicar las leyes gene­rales que debe aplicar el curador y las seis reglas que se ha de imponer a sí mismo, y cumplirá a través de la disciplina y la com­prensión.

Habrán observado que he enumerado las causas psicológicas en cuatro acápites:

  1. Las que surgen de la naturaleza sensorio-emocional.
  2. Las que tienen origen en el cuerpo etérico.
  3. Las que están fundadas en un pensamiento erróneo.
  4. Las peculiares dolencias y perturbaciones psicológicas de los discípulos

Les habrá llamado la atención que haya colocado las enferme­dades del cuerpo etérico en segundo lugar y no en el primero. La razón de ello estriba en que las enfermedades y dolencias grupales aferradas a la raza, actúan primordialmente a través del cuerpo etérico y encuentran su camino hacia la manifestación, por conducto del cuerpo etérico de todas las formas. Las he colocado en segundo lugar, aunque en último análisis son más numerosas, debido a que la humanidad todavía no puede ocuparse de ellas en forma colectiva. El acercamiento debe hacerse por medio de los individuos, y los hombres deben eliminar de su cuerpo astral o emocional esas condiciones que, como individuos, los predispone a la enfermedad. En la actualidad la raza está polarizada astral­mente. La naturaleza sensorio-emocional es excesivamente pode­rosa en las masas. Esto conduce a poseer un cuerpo etérico relati­vamente negativo, el cual está sintonizado con toda la sustancia etérica del planeta. Esta sustancia, que subyace en todas las for­mas, es sencillamente un agente transferidor y transmisor de la energía vital al cuerpo físico denso externo. La energía circula a través de esta sustancia etérica, libre de todo control por parte del ser humano individual, que casi no se da cuenta de ello, por­que el foco de su atención es astral. Desde el estado de conciencia astral o emocional, pueden ser deducidas muchas condiciones físi­cas individuales. En consecuencia debemos eliminar esas enfer­medades que son de carácter grupal, las cuales han penetrado en la humanidad, y a través de ella, desde el mundo de la fuerza etérica, dejándola exhausta o sobrestimulada, o en tal condición que la muerte sobreviene en forma natural. Podría decirse, bási­camente generalizando, que las dificultades físicas personales tie­nen actualmente su asiento en el cuerpo emocional y que ese vehículo de expresión es el agente predominante y predisponente de la mala salud del individuo, así como las enfermedades grupales y las de cualquier tipo de epidemias a través de las masas están fundadas en alguna condición de la sustancia etérica del planeta. Esas enfermedades que son generales, nacionales, ra­ciales y planetarias, llegan al individuo por conducto del cuerpo etérico, y no son tan personales en sus implicaciones. Sobre esto me extenderé más adelante. Hoy sólo expongo una proposición general.


Quisiera puntualizar que las enfermedades de las masas, del ciudadano común, de los intelectuales y de los discípulos del mun­do, pueden diferir y difieren ampliamente, no tanto en
su mani­festación como en su campo de expresión. Este punto difícilmente el curador lo reconoce: no le es fácil ni posible comprender estas diferenciaciones y valorar el grado de evolución que un hombre puede haber alcanzado. Algunas enfermedades deben tratarse des­de el plano mental y será necesario que el curador emplee la mente; algunas requieren una concentración de energía emocional por parte del agente curador; en otros casos el curador debe tratar de ser sólo un transmisor de energía pránica para el cuerpo etérico del paciente, por intermedio de su propio cuerpo etérico. ¿Cuántos curadores se dan cuenta realmente del enfoque de la conciencia o de la fuerza vital, al ocuparse del paciente? ¿Cuántos conocen el tipo de curación que es posible y necesario aplicar a un discípulo? ¡Cuán pocos se dan cuenta que ningún discípulo, por ejemplo, pue­de ponerse en manos de un curador magnético común o de quien trabaja con radiaciones, o de un experto psicólogo de cualquier tipo! Un discípulo no se atreve a someterse a las emanaciones áuricas de ningún ocasional curador ni al poder de un inexperto psicólogo académico, no importa cuán prominente pueda ser. Sin embargo, puede someterse a la sabia pericia del médico cirujano del plano físico, porque, para él, el cuerpo físico es sólo un autómata. Por lo tanto, puede valerse de medios físicos para su beneficio. Muchos de los fracasos de los métodos curativos empleados actualmente se deben a la incapacidad del curador para:

  1. Calcular dónde puede estar localizada básica y ampliamente la dificultad y de qué cuerpo surge y dónde yace principalmente.

  1. Conocer dónde está colocado el paciente en la escala de la evo­lución y por lo tanto, dónde debe buscar primeramente el ori­gen de la dificultad.

  1. Diferenciar entre las enfermedades que se deben a las condi­ciones internas personales, a las tendencias heredadas o a la propagación grupal.

  1. Saber si la enfermedad requiere ser tratada:

  1. Alópata u homeopáticamente, pues ambos procedimientos pueden desempeñar su parte a veces, o a través de cualquier otro agente de la ciencia y tecnicismo modernos.

  1. Por radiación o magnetización, o ambas.

  1. Mediante el correcto reajuste interno psicológico, ayudado por una verdadera percepción interna, por parte del agente curador.

  1. Evocando el poder de la propia alma del hombre; algo que no es posible, excepto en las personas avanzadas.

  1. Por medio de métodos esotéricos definidos, tales como for­mar un triángulo de curación entre:

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Este método implica por parte del curador, mucho conoci­miento y un elevado punto de realización espiritual; tam­bién presupone la existencia de un vínculo entre el curador, un Maestro y el grupo del Maestro, más el derecho adqui­rido
de acudir al grupo para la afluencia de energía en bien del paciente, algo que raras veces se otorga.

Quisiera ante todo puntualizar que mi propósito e intento no es escribir un tratado médico, tampoco trataré la anatomía del cuerpo, ni discutiré los síntomas de las enfermedades, excepto in­cidentalmente. No detallaré los síntomas ni consideraré las muchas enfermedades con extensos nombres que caracterizan a la raza de hoy; toda esta información puede extraerse de los libros de texto comunes si se prefiere, y estudiarlos si se desea; aunque personal­mente no lo considero satisfactorio. Partiremos de la premisa de que existen las enfermedades y que son efectos de causas internas; que el hombre ha hecho grandes progresos para comprender el efecto de estas causas cuando producen cambios en la vestidura externa del hombre, así como los conocimientos obtenidos por la ciencia para comprender la vestidura externa de Dios, el mundo de la naturaleza fenoménica.

El trabajo lenitivo, paliativo y curativo en la medicina y cirugía, ha sido comprobado más allá de toda controversia. Los métodos empleados, tales como la vivisección de animales, puede ocasionar verdadera ansiedad. A pesar de todo ello la deuda que tiene el género humano con la profesión médica es grande, y el servicio rendido a la humanidad por esa profesión, contrarresta en gran parte el mal. Aunque es verdad que no lo saben todo, también es cierto que existe un pequeño porcentaje (mucho menor que en ninguna otra profesión) de clínicos y cirujanos que buscan sus propios intereses y no honran a su profesión; también podría de­cirse que ya saben bastante como para admitir que aún les queda mucho que aprender. Igualmente es verdad que constituye un gran grupo altruista y autosacrificado dentro de la familia humana. Recuerden esto.

Me ocuparé del aspecto subjetivo del hombre y las causas se­cundarias que tienen sus raíces en los cuerpos internos del hombre y en el aspecto subjetivo de la naturaleza misma. Las causas, pri­mordiales y principales, como anteriormente expliqué, no podrán ser captadas. Están más allá de la capacidad de la mente concreta. Trato de aclarar lo que el hombre debe realizar para liberarse cada vez más de la acumulación del pasado, tanto individual como gru­palmente y al hacerlo eliminar de su cuerpo físico los gérmenes de la enfermedad. Sin embargo, se ha de tener en cuenta que mu­chas enfermedades son de naturaleza grupal y en consecuencia inherentes a la humanidad misma. Así como el reino de los insec­tos devasta y destruye al reino vegetal, como puede observarlo cualquier fortuito caminante del bosque, así los gérmenes -indi­viduales y grupales- devastan y destruyen hoy al reino humano. Son agentes de destrucción y ejecutan, en la actualidad, una tarea y deber definidos en el gran esquema de las cosas.

El destino del hombre es morir, pues todo hombre debe morir al requerimiento de su propia alma. Cuando el hombre ha alcan­zado una etapa superior en la evolución, deliberada y definidamente elegirá el momento en que conscientemente se retirará de su cuerpo físico, el cual permanecerá silente y sin alma, desprovisto de luz, sin embargo, ileso e íntegro; entonces se desintegrará de acuerdo con el proceso natural, y los átomos que lo constituyen volverán “a la reserva de los entes que esperan”, hasta ser nueva­mente requeridos para que los empleen las almas encarnantes.

Entonces se repite el proceso en el aspecto subjetivo de la vida, pero muchas almas ya han aprendido a retirarse del cuerpo astral sin someterse a ese “impacto en la niebla”, una forma simbólica de describir la muerte de un hombre en el plano astral. Luego pasa al nivel mental y deja su carcasa astral para aumentar la niebla y acrecentar su densidad.

Por lo tanto, quiero puntualizar que deliberadamente evitaré los tecnicismos médicos, aunque me referiré a menudo al cuerpo físico y a las enfermedades que hacen de él su presa.

También les daré ahora otra de las leyes sobre la curación así como una de las Reglas para el Curador. Estúdienlas con cuidado

LEY II


La enfermedad es el producto de tres influencias, y está sujeto a ellas. Primero, el pasado del hombre en que paga el precio de antiguos errores; segundo, su herencia, donde comparte con todo el genero humano, esas contaminadas corrientes de energías de origen grupal; tercero, su participación con todas las formas naturales, de aquello que el Señor de la Vida impone a Su cuerpo. Estas tres in­fluencias son denominadas “La Antigua Ley de Participación de Mal”. Algún día ésta debe ceder su lugar a la nueva “Ley del Antiguo y Predominante Bien” que reside detrás de todo lo que Dios ha creado. Esta ley debe ser puesta en vigencia por la voluntad espiritual del hombre.

¿Qué es una Ley? Es la imposición (sobre las cosas más insigni­ficantes y más importantes) de la voluntad y el propósito de aquello que es superlativamente grandioso. Por lo tanto está más allá del conocimiento del hombre. El hombre algún día debe aprender que todas las leyes de la naturaleza tienen su contraparte superior y espiritual, y en breve nos ocuparemos de ellas. Nuestras leyes aún son secundarias, y por ser leyes de la vida grupal rigen los reinos de la naturaleza y se expresan (para el reino humano) por medio de la mente, de la naturaleza emocional y de un agente del plano físico. No pretendo en este breve tratado elucidar las leyes primarias. Sólo las menciono, y en el futuro (lo cual depende de ciertos factores todavía no desarrollados) me ocuparé de ellas.

La tercera parte de este tratado está destinada a las leyes bá­sicas de la curación, las cuales no se refieren a las leyes mencio­nadas, sino a los aspectos prácticos del arte de curar.

La segunda regla para el curador es la siguiente:

REGLA DOS


El curador debe adquirir pureza magnética a través de la pureza de vida. Debe lograr esa dispersiva irradiación que se manifiesta en todo hombre que ha vinculado los centros de la cabeza. Cuando se ha establecido tal campo magnético, entonces surge la irradiación.

El significado de esto será parcialmente evidente para el estu­diante esotérico avanzado. Como bien saben, el campo magnético se establece cuando la poderosa vibración del centro que se halla delante del cuerpo pituitario y el que se halla alrededor y arriba de la glándula pineal, entra en la órbita de cada uno. El único punto de controversia, en conexión con la regla citada (que con­sideraré más tarde), es cómo y de qué modo debe ser adquirida la
pureza magnética y cómo los dos centros en la cabeza pueden formar conjuntamente un campo magnético. Más adelante, al fina­lizar me ocuparé de estos dos puntos, lo cual será muy práctico.

Una de las causas que debería surgir definidamente de nuestro estudio, es que la enfermedad raras veces tiene origen individual -a no ser que un hombre disipe su vida y abuse excesivamente de su cuerpo por la bebida o excesos sexuales- y que todas las enfermedades que existen hoy en el mundo son casi totalmente heredadas, de origen grupal, y como resultado de infección o de desnutrición. Esta última es principalmente un mal de la civiliza­ción, efecto del desequilibrio económico o del alimento adulterado. Como indiqué anteriormente, esas últimas causas de la enferme­dad no son principalmente el resultado de sutiles fuerzas internas, sino el ascenso de energías al cuerpo etérico, provenientes del pla­no físico y del mundo externo de fuerzas.

Los instructores de ocultismo han prestado poca atención a estas fuerzas que vienen de lo externo, se originan en el plano físico y afectan a los cuerpos internos. Existen energías físicas y corrientes de fuerza que penetran en los cuerpos etéricos de todas las formas, así como la ilusión mundial y las miasmas del plano astral, frecuentemente tienen sus causas en las condiciones del plano físico. Las energías que penetran en los centros del hombre desde los niveles más sutiles, han sido frecuentemente consideradas en los libros de ocultismo, pero las fuerzas que encuentran su camino hacia los centros, desde la vida en el plano físico, raras veces son comprendidas o discutidas. Les doy una idea un tanto nueva para que reflexionen sobre ella.

He pedido a A.A.B. insertar un breve resumen de algunos de los puntos que ya he dilucidado, bajo el titulo: ¿Qué es la enfer­medad? Le sugerí lo siguiente:

  1. Toda enfermedad es desarmonía y falta de alineamiento y control:
  1. La enfermedad se halla en los cuatro reinos de la natu­raleza.
  2. La enfermedad es de efecto purificador.
  3. Los métodos definidos de curación son peculiares a la humanidad y de origen mental.

  1. La enfermedad es un hecho en la naturaleza:
  1. El antagonismo hacia la enfermedad simplemente la ener­getiza.
  2. La enfermedad no es el resultado del erróneo pensar humano.

  1. La enfermedad es el proceso de liberación y el enemigo de lo estático.

  1. La ley de causa y efecto rige las enfermedades así como todo en la manifestación.

Hallamos también que la curación se realiza de tres maneras:

  1. Por la aplicación de los métodos de las innumerables escue­las de medicina y cirugía y grupos afines.
  2. Por el empleo de la psicología.
  3. Por la actividad del alma.

También he anunciado que las causas principales de la enfer­medad son tres: de naturaleza psicológica, heredadas por el contac­to grupal, y también kármicas. Sin embargo recuerden que cons­tituyen causas secundarias. A continuación trataremos la primera de ellas. 

lunes, 26 de agosto de 2013

Curación Esotérica Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul


 

 
 

REGLA UNO



El curador debe tratar de vincular su alma, corazón, cerebro y manos. Así puede verter la fuerza vital curadora sobre el paciente. Esto es trabajo magnético. Puede curar la enfermedad o acrecentar el estado maligno, de acuerdo al conocimiento del curador.

El curador debe tratar de vincular su alma, cerebro, corazón y emanación áurica. Así su presencia puede nutrir la vida del alma del paciente. Este es trabajo de irradiación. Las manos no son ne­cesarias. El alma despliega su poder. El alma del paciente, a través de la respuesta de su aura, responde a la irradiación del aura del curador, inundada con la energía del alma.

 

Al considerar las causas de las enfermedades es necesario decir unas palabras respecto a las condiciones externas e internas. Será evidente para el pensador casual, que muchas enfermedades y las causas de la muerte se deben a las condiciones ambientales de las cuales él no es responsable. Éstas abarcan desde los acontecimientos estrictamente externos hasta las predisposiciones hereditarias, y podrían enumerarse de la manera siguiente:

  1. Accidentes, que pueden ser causados por negligencia personal, acontecimientos grupales, descuidos de otras personas, refrie­gas callejeras como en los casos de huelgas y por la guerra. También pueden ser producidos por un animal o víbora, enve­nenamiento accidental y muchas otras causas.

  1. Infecciones que llegan al hombre externamente y no como re­sultado de su propia y peculiar condición sanguínea, constituyendo las diversas enfermedades infecciosas y contagiosas y las epidemias prevalecientes. El hombre puede contraerlas en el cumplimiento del deber, por sus contactos diarios o por la amplia propagación de la enfermedad en su ambiente.

  1. Enfermedades debidas a la desnutrición, especialmente en los niños. Este estado de desnutrición predispone al cuerpo a la enfermedad, aminora la resistencia y la vitalidad y contrarresta el “poder luchador” del hombre, conduciéndolo a la muerte pre­matura.
  
  4. Herencia. Existe como bien se sabe ciertos tipos de debilidad hereditaria que predisponen a la persona a contraer ciertas dolencias y llevan a la consecuente muerte o producen esas condiciones que conducen a un constante debilitamiento del aferramiento a la vida; también existen esas tendencias que constituyen una especie de apetito peligroso y producen hábitos indeseables, relajamiento de la moral, y son un peligro para la voluntad del individuo, inhibiéndolo en su lucha contra tales predisposiciones, sucumbe a ellas y paga con la enfermedad y la muerte el precio de tales hábitos.
Estos cuatro tipos de enfermedades y las causas de la muerte explican gran parte de lo que acontece en la vida de la gente pero no han de ser definidamente clasificados como causa psicológica de las enfermedades, y sólo serán considerados muy brevemente en la parte que trata de la vida grupal y las causas que predisponen a la enfermedad. Se tratarán también las enfermedades infeccio­sas, pero situaciones como las que se producen, por ejemplo, en un accidente automovilístico o ferroviario, no se considerarán den­tro del acápite, respecto a las causas que producen enfermedades, si bien la tarea del curador puede estar involucrada en estos casos, el trabajo que se debe realizar es algo diferente del que se lleva a cabo cuando se trata de esas enfermedades que tienen sus raíces en uno de los cuerpos sutiles, o son el resultado de enfermedades grupales, etc. Las dolencias producidas por la mala nutrición y la alimentación errónea de nuestra moderna vida y civilización, no serán consideradas aquí. Ningún niño es individualmente respon­sable de ellas. Me ocupo de las enfermedades derivadas de erróneas condiciones internas.
La responsabilidad del niño por las condiciones de su vida es prácticamente nula, a no ser que se admita el karma como factor predisponente y el poder de producir esos reajustes que surgen del pasado y afectan el presente. Trataré esto más ampliamente en el tercer punto, referente a nuestras deudas kármicas. Sólo sugeriré que el temario de las enfermedades podría ser encarado desde el ángulo del karma, lo cual seria de valor definido y con­cluyente si se hubiera dado una correcta enseñanza sobre este abstruso tema, desde que fue impartido en Occidente pero la verdad tal como nos ha llegado de Oriente ha sido tan distorsionada por los teólogos orientales, como las doctrinas de la Expiación y del Nacimiento virginal han sido mal interpretadas y enseñadas por los teólogos occidentales. La genuina verdad tiene muy poca semejanza con nuestras formulaciones modernas. Por lo tanto me encuentro seriamente limitado cuando debo tratar el tema de las enfermedades desde el ángulo del karma. Me es difícil impartir algo de la verdad tal como realmente existe, debido a las ideas preconcebidas sobre la antigua Ley de Causa y Efecto, que necesariamente existen en su mente. Si les dijera que la doctrina de la Emergente Evolución y las teorías modernas acerca de la actua­ción de un catalizador sobre dos sustancias -que cuando son pues­tas en mutua relación bajo el efecto del catalizador produce una tercera y diferente sustancia- encierra mucha verdad sobre el karma, ¿me comprenderían? Lo dudo. Si les dijera que el énfasis puesto sobre la Ley de Karma, que explica aparentes injusticias y acentúa la aparición del dolor, la enfermedad los sufrimientos, es solo una presentación parcial de la verdad básicamente cósmica, ¿aclararía algo? Si señalara que la Ley de Karma, correcta­mente interpretada y manejada, puede traer aquello que produce más fácilmente la felicidad, el bien y la liberación del sufrimiento, que el dolor con su corolario de consecuencias, ¿creen que captarían el significado de lo que digo?
El mundo del espejismo es en la actualidad tan fuerte y la ilusión tan potente y vital que no podremos ver estas leyes básicas en su verdadero significado.
 
La Ley de Karma no es la Ley de Retribución, coma podría suponerse al leer los libros actuales sobre el tópico: Esto es solo un aspecto de la actuación de la Ley de Karma. La Ley de Causa y Efecto no se debe entender como hoy se interpreta. Existe, a manera de ilustración, una Ley denominada Ley de Gravedad, que se ha impuesto en la mente del hombre. Tal ley existe, pero sólo es un aspecto de una ley mayor, y su poder puede ser, como sabe­mos, relativamente contrarrestado, pues cada vez que vemos volar un avión tenemos la demostración de la anulación de la ley por medios mecánicos, simbolizando la facilidad con que puede ser superada por los seres humanos. Si se dieran cuenta verían que están aprendiendo la antigua técnica por la cual el poder de levi­tación es uno de los ejercicios iniciales más fáciles y simples.
 
La Ley de Consecuencias, no es inevitable ni algo establecido como creen las mentalidades modernas, sino que está relacionada con las Leyes del Pensamiento, más íntimamente de lo que se imaginan; la ciencia mental ha ido a tientas tratando de comprenderla. Su orientación y propósito son buenos y correctos y tiene grandes probabilidades de obtener resultados; sus conclusiones y métodos de trabajo son hoy extremadamente malos y engañosos.
Me he referido a esta incomprendida Ley de Karma, pues ansío que emprendan el estudio de la Ley de la Curación con mente libre y abierta, hasta donde sea posible, teniendo en cuenta que la com­prensión de estas leyes está limitada por:
  1. Antiguas teologías con sus estáticos, distorsionados y erróneos puntos de vista. La enseñanza de la teología es mucho más en­gañosa, pero por desgracia, es generalmente aceptada.
  1. El pensamiento del mundo, fuertemente matizado por el ele­mento deseo, que contiene muy pocos pensamientos verdaderos. Los hombres interpretan estas leyes, confusamente percibidas, en términos determinantes y desde su pequeño punto de vista. La idea de retribución subyace en gran parte en la enseñanza sobre el karma, porque el hombre busca una plausible explica­ción de las cosas tal como él las ve, y tiende a retribuir de la misma manera. Sin embargo hay mucho más karma bueno que malo, aunque, por vivir en un periodo como el actual, les cueste creerlo.
  1. La ilusión y el espejismo mundiales que evitan al hombre co­mún e ignorante, ver la vida tal como verdaderamente es. Incluso el hombre avanzado y los discípulos están sólo comenzando a obtener una vislumbre fugaz e inadecuada de una gloriosa realidad.
  1. Mentes incontroladas y células cerebrales que no han sido li­beradas ni despertadas, impiden al hombre llegar a una correcta comprensión. Este hecho pocas veces se reconoce. El mecanis­mo de la comprensión es todavía inadecuado. Este detalle debe ser recalcado.
  1. Temperamentos nacionales y raciales con sus temperamentos predisponentes y prejuicios. Estos factores también impiden la exacta apreciación de estas realidades.
Por lo expresado verán que sería una tontería de mí parte decir que ustedes comprenden las leyes que están tratando de descubrir y entender. Nada es tan confuso en la mente humana como lo que concierne a las leyes relacionadas con las enferme­dades y la muerte.

Por lo tanto es necesario comprender, desde el comienzo, que todo lo que diré, bajo el título de Las causas psicológicas de la en­fermedad, no se relaciona con esas dolencias o predisposición a las enfermedades surgidas del medio ambiente, o esas taras definidamente físicas, heredadas de los padres, que han llevado en sus cuerpos y transmitido a sus hijos gérmenes de enfermedades, here­dados a su vez de sus padres. Quisiera aclarar que las enfermeda­des heredadas son mucho más escasas hoy de lo que se supone; la predisposición a la tuberculosis, a la sífilis y al cáncer son las más importantes en lo concerniente a nuestra presente humanidad; son heredadas y también pueden trasmitirse por contacto. De estas me ocuparé en nuestro segundo y principal acápite, sobre las enfer­medades que emanan del grupo.



sábado, 17 de agosto de 2013

CURACION ESOTERICA PRIMERA PARTE LAS CAUSAS FUNDAMENTALES DE LAS ENFERMEDADES



 
 
PRIMERA PARTE 
LAS CAUSAS FUNDAMENTALES DE LAS ENFERMEDADES
 
Este es el problema por el cual toda la ciencia médica ha lucha­do para encontrar una solución en el transcurso de las épocas, y consiste en hallar las causas fundamentales de las enfermedades. En nuestra actual era mecanicista hemos deambulado demasiado sobre la superficie de las cosas, alejándonos del punto de vista parcialmente veraz, mantenido en siglos pretéritos, de que las enfermedades se hallan detrás de los “malos humores” gestados, y proliferan en la vida subjetiva interna del paciente. Por la evo­lución del conocimiento obtenido, hemos llegado ahora a la superfi­cie de las cosas (obsérvese que no empleo la palabra “superficial”) y ha llegado el momento en que el conocimiento puede volver a entrar en el reino de lo subjetivo y transmutarse en sabiduría. En la actualidad alborea el reconocimiento, en las mejores mentalidades de las profesiones médica y afines, de que en las actitudes subjetivas e ignotas de la mente y de la naturaleza emocional, y en la vida de inhibidas o excesivas expresiones sexuales, deben buscarse las causas de todas las enfermedades.

Al comenzar este estudio quisiera decirles que aunque yo cono­ciera la ultérrima causa de las enfermedades, para ustedes resul­taría incomprensible. La causa se halla muy atrás, en la historia del legendario pasado de nuestro planeta, en el curso (ocultamen­te interpretado) de la Vida planetaria, y tiene sus raíces en lo que se denomina generalmente “mal cósmico”. Esta frase no tiene nin­gún sentido, pero describe simbólicamente un estado de concien­cia
, de ciertos “Dioses imperfectos”. Dada la premisa inicial de que la Deidad misma está trabajando para lograr una perfección, más allá de nuestra comprensión, se puede inferir de que existe para los Dioses mismos y para DIOS (como la VIDA del sistema solar) ciertas limitaciones y zonas o estados de conciencia que todavía esperan ser dominados. Estas limitaciones y relativas imperfecciones pueden causar efectos definidos sobre Sus cuerpos de manifes­tación

-los distintos planetas considerados como expresión de Vi­das y el sistema solar considerado como expresión de una VIDA.

Dada también la hipótesis de que tales cuerpos externos de la divinidad, los planetas, son las formas a través de las cuales ciertas deidades se expresan a Sí Mismas, puede deducirse verdadera y lógicamente que todas las vidas y formas dentro de esos cuerpos, están necesariamente sujetas a estas limitaciones y a las imperfec­ciones surgidas de esas zonas inexploradas de la conciencia y esos estados de percepción, hasta ahora no alcanzados por las Deidades encarnadas en la forma planetaria y solar. Dado el postulado de que cada forma es parte de una forma mayor, y que en realidad “vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser” dentro del cuerpo de Dios (como lo expresa San Pablo), nosotros, como parte integrante del cuarto reino de la naturaleza, compartimos esta limitación e imperfección generales.

Captar algo más de esta premisa general está más allá de nues­tro poder de comprender y expresar, pues el equipo mental general de los aspirantes y discípulos comunes es inadecuado para la tarea. Los términos “mal cósmico, imperfección divina, zonas limitadas de la conciencia, la libertad del espíritu puramente divina”, em­pleados tan superficialmente por los místicos y pensadores esoté­ricos de la época: ¿Qué significan en realidad? Las afirmaciones de muchas escuelas de curación, respecto a la máxima perfección divina, y la formulación de sus creencias de que la humanidad se liberará realmente de las comunes dolencias de la carne, ¿no son frecuentemente altisonantes, personificando un ideal basado a menudo en deseos egoístas? ¿No constituyen frases sin significado alguno en sus implicaciones místicas? ¿Cómo podría ser de otra manera, cuando únicamente el hombre perfecto puede tener una idea real de lo que constituye la divinidad?

Es mucho mejor admitir la imposibilidad de que el hombre comprenda las causas profundamente arraigadas de lo que puede verse surgir en la evolución de la vida de la forma. ¿No es más inteligente enfrentar las realidades y los hechos, tal como existen para nuestra actual comprensión, y entender que así como el hom­bre puede penetrar más inteligentemente en la mente de Dios que en la mente inferior del animal, también pueden existir otras mentes superiores, actuando en reinos más elevados de la natura­leza, que ciertamente han de ver la vida con más realidad y exacti­tud que el género humano? Es muy posible que el objetivo de la evolución (corno ha sido delineado y acentuado por el hombre), en último análisis, sea solo un fragmento de un objetivo mayor que el hombre, con su finita comprensión, puede captar. Todo el pro­pósito, tal como se halla oculto en la mente de Dios, quizás sea muy diferente de lo que el hombre podría concebir hoy; y el mal y el bien cósmicos, reducidos a terminologías, pueden perder todo su significado y sólo ser vistos a través del espejismo y la ilusión con que el hombre rodea todas las cosas. Las mejores mentalidades de esta era están comenzando ya a ver el primer tenue rayo de luz que horada este espejismo y sirve para revelar la realidad de la ilusión. Por medio de esta Luz se les revelará la siguiente verdad a quienes estén a la expectativa y posean mente abierta: La Deidad misma se halla en el camino de la Perfección. Muchas son las im­plicaciones que encierra este enunciado.

Al tratar las causas de las enfermedades, adoptaremos la posi­ción de que la fundamental y ultérrima causa cósmica escapa a nuestra captación, y que sólo a medida que el Reino de Dios se vaya revelando en la tierra, obtendremos un real entendimiento de la amplia y general difusión de las enfermedades en nuestro planeta y en los cuatro reinos de la naturaleza. Sin embargo pue­den exponerse unas pocas enunciaciones básicas que, en sentido
macrocósmico, oportunamente serán establecidas como verdades y ya pueden ser demostradas como tales en lo que concierne inte­ligentemente al microcosmo.
  1. Toda enfermedad (y esto es algo conocido) es producida por la falta de armonía o desarmonía entre el aspecto forma y la vida. Aquello que une la forma y la vida, o más bien el resultado de esta unión, denominada alma, el yo en lo que respecta a la humanidad, y el principio integrador, en lo que concierne a los reinos subhumanos. Las enfermedades aparecen donde no hay alineamiento entre estos diversos factores, el alma y la forma, la vida y su expresión, las realidades subjetiva y objetiva. En consecuencia, espíritu y materia no están libremente relacio­nados entre sí. Esto es un modo de interpretar la Primera Ley y toda esta tesis está destinada a exponer esa Ley.
  1. La desarmonía que produce lo que se denomina enfermedad, corre a través de los cuatro reinos de la naturaleza y trae esas condiciones que producen dolor (donde la sensibilidad es exquisita y está desarrollada) y en todas partes congestión, corrupción y muerte. Reflexionen sobre las palabras siguien­tes: Desarmonía, Enfermedad, Dolor, Congestión, Corrupción, Muerte, porque describen la condición general que rige la vida consciente de todas las formas, macro y microcósmicas. Ellas no constituyen las causas.
  1. No obstante, estas condiciones pueden ser consideradas como purificadoras en sus efectos, y así debe considerarlas la huma­nidad si se quiere asumir la correcta actitud hacia las enfer­medades. Esto a menudo lo olvida el curador fanático y el ex­ponente extremista de una idea, finitamente captada y en la mayoría de los casos sólo forma parte de una idea mayor. 
  1. Métodos de curación y técnicas paliativas que son peculiares de la humanidad, resultantes de la actividad mental del hom­bre. Indican el latente poder que posee como creador, y que progresa hacia la liberación. Señalan su habilidad discriminativa para presentir la perfección, visualizar el objetivo y por ende trabajar hacia esa ultérrima liberación. En la actualidad su error consiste en:
  1. Su incapacidad de ver el verdadero valor del dolor.
  2. Su resentimiento por el sufrimiento.
  3. Su incomprensión de la ley de no-resistencia.
  4. Su excesivo énfasis puesto sobre la naturaleza forma.
  5. Su actitud hacia la muerte y su sensación de que la desapa­rición de la vida, fuera de la percepción visual, por inter­medio de la forma, y la consiguiente desintegración de esa forma, indican desastre.

Cuando el pensamiento humano invierta las ideas comunes, respecto a las enfermedades, y las acepte como un hecho natural, el hombre comenzará a aplicar la ley de liberación, correctos pensamientos, que conducirá a la no-resistencia. Actualmente, por el poder de su pensamiento dirigido y su intenso antago­nismo hacia la enfermedad, sólo tiende a vigorizar la dificultad. Cuando reoriente su pensamiento hacia la verdad y el alma, las enfermedades del plano físico comenzarán a desaparecer. Esto será evidente al estudiar más adelante el método de extirparlas. La enfermedad existe. Las formas en los reinos de la naturaleza
  1. carecen de armonía y no están alineadas con la vida inmanente. En todas partes existen enfermedad y corrupción y la tendencia a la disolución. Elijo mis palabras con cuidado.
 
  1. Por lo tanto, la enfermedad no es el resultado del erróneo pen­sar humano. Existió entre las innumerables formas de vida mu­cho antes que la familia humana apareciera en la tierra. Si ustedes buscan una expresión verbal y si se desea hablar dentro de los limites de la mente humana, podrían decir con cierta exactitud que: Dios, la Deidad planetaria, es culpable de pen­sar erróneamente. Pero no expresarán toda la verdad, sino sólo una ínfima fracción de la causa, como aparece a vuestra débil y finita mentalidad, a través del espejismo y la ilusión mundial general.
  1. Desde cierto ángulo, la enfermedad es un proceso de liberación y el enemigo de lo estático y cristalizado. No crean por lo que expongo que debería aceptarse la enfermedad y anhelar el pro­ceso de la muerte. Si así fuera cultivaríamos la enfermedad y premiaríamos el suicidio. Afortunadamente para la humanidad, toda la tendencia de la vida es contraria a la enfermedad, y la reacción que produce la vida de la forma en el pensamiento del hombre, fomenta el temor a la muerte. Esto ha sido co­rrecto, porque el instinto de autoconservación y la preservación de la integridad de la forma, es un principio vital de la materia, y la tendencia hacia la autoperpetuación de la vida dentro de la forma, es uno de los más grandes dones de Dios y persistirá. Pero en la familia humana esto debe oportunamente ceder su lugar a la muerte como un proceso organizado y liberado, a fin de conservar fuerza y proporcionar al alma un mejor instrumento de manifestación. Para esta libertad de acción la totalidad del género humano no está aún preparada. Los discípulos y aspirantes del mundo deberán comenzar a captar estos nuevos principios de la existencia. El instinto de autopreservación rige la relación del espíritu y la materia, de la vida y la forma, hasta que la Deidad misma decida encarnar dentro de Su cuer­po de manifestación, un planeta o un sistema solar. En lo expuesto he dado un indicio en lo que respecta a una de las causas básicas de la enfermedad y a la interminable lucha en­tre el espíritu aprisionado y la forma aprisionante. Esta lucha emplea como método la cualidad innata que se expresa a sí mis­ma como el anhelo de preservarse y el ansia de perpetuarse (en la forma y especies actuales). 
 
La Ley de Causa y Efecto, denominada de Karma en Oriente, rige todo esto. El karma, en realidad, debe ser considerado como el efecto (en la vida de la forma de nuestro planeta) de las cau­sas profundamente arraigadas y ocultas en la mente de Dios. Las causas que debernos buscar respecto a las enfermedades y la muerte son en realidad sólo la actuación de ciertos principios básicos que rigen -¿quién podrá decir si correcta o erróneamente?- la vida de Dios en la forma y serán siempre incomprensibles para el hombre hasta el momento de recibir la gran iniciación, simbolizada para nosotros en la Transfiguración. Du­rante todo nuestro estudio nos ocuparemos de las causas secundarias y sus efectos, con los resultados fenoménicos que esos efectos subjetivos que emanan de causas demasiado remotas para poder captarlas. Esto debería aceptarse y comprenderse, siendo lo máximo que puede hacer el hombre con su actual me­canismo mental. ¿Cómo puede el hombre, pretender arrogante­mente, comprenderlo todo, cuando la intuición raras veces actúa y la mente pocas veces se halla iluminada? Antes debe dedicarse a
  1. desarrollar la intuición y lograr la iluminación. En­tonces podrá llegarle la comprensión, pues habrá merecido el derecho de adquirir el conocimiento divino. Pero el reconoci­miento mencionado será suficiente para nuestro trabajo y nos permitirá establecer esas leyes y principios que indicarán cómo la humanidad puede dejar de ser consciente de la forma, y su consecuente inmunidad a la muerte y a esas condiciones enfer­mizas que rigen hoy nuestra manifestación planetaria.
Dividiremos nuestro estudio, respecto a las causas de la enfer­medad, en tres partes, eliminando, en la búsqueda de la verdad, el comprensible pero igualmente inútil deseo de captar los pensa­mientos de la Deidad.
  1. Causas psicológicas.
  2. Causas emanantes de la vida grupal.
  3. Las deudas kármicas, causas kármicas.
 
Todo esto sólo proporciona una idea general (lo único posible ahora) sobre las enfermedades que existen en la familia humana y, en cierto porcentaje, en el reino animal. Cuando esta idea gene­ral sea captada se tendrá un entendimiento más claro del problema y entonces se podrá continuar con la consideración de los métodos que permitirán manejar, con mayor facilidad, los efectos indesea­bles. Los estudiantes del Arte de Curar deberán análogamente recordar que hay tres métodos para obtener la curación, y los tres tienen su lugar y valor, dependiendo del punto de evolución del sujeto sometido a curación.
 
Primero, tenemos la aplicación de esos métodos paliativos y me­joradores que gradualmente curan las enfermedades y eliminan condiciones indeseables; reconstruyen la vida de la forma, y fo­mentan la vitalidad, a fin de que la enfermedad pueda ser desarrollada. De estos métodos las escuelas alópatas y homeópatas y las diversas osteópatas y quiroprácticas y otras escuelas terapéuticas, son buenos ejemplos. Han realizado un trabajo bueno y constructi­vo y la deuda que tiene la humanidad para con la sabiduría, la capacidad y las atenciones altruistas de los médicos es muy grande. Enfrentan siempre condiciones apremiantes y efectos peligrosos de causas que no manifiestan síntomas evidentes en la superficie. De acuerdo a estos métodos el paciente se halla en manos de un desconocido y deberá ser pasivo, obediente y negativo.
 
Segundo, tenemos el trabajo y los métodos del psicólogo mo­derno, que trata de encarar las condiciones subjetivas y enderezar las actitudes erróneas de la mente, las inhibiciones, la psicosis y los complejos que producen los estados externos de la enfermedad, condiciones mórbidas y neuróticas y trastornos mentales. De acuer­do a este método se le enseña al paciente a colaborar en lo posible con el psicólogo, para poder obtener la debida comprensión de sí mismo, aprender a eliminar esas situaciones internas y compulsoras, responsables de los resultados externos. Se le enseña a ser positivo y activo, y esto es un gran paso hacia la correcta direc­ción. La tendencia de combinar la psicología con el tratamiento fí­sico externo es sensata y correcta.
 
Tercero, un método superior y nuevo que consiste en llamar a la propia alma del hombre para que inicie una actividad positiva. La verdadera y futura curación se efectuará cuando la vida del alma pueda fluir sin impedimento ni obstáculo a través de cada aspecto de la naturaleza forma, pudiendo entonces vitalizarla con su potencia y también eliminar esas congestiones y obstrucciones que son fuente fructífera de enfermedades.
He aquí mucho para reflexionar. Si explico cautelosamente la aplicación práctica de las técnicas y métodos, se debe a que trato de sentar una sólida base para lo que impartiré posteriormente.

EL ENTRENAMIENTO DEL CURADOR

Sobre el entrenamiento del curador daré en forma espaciada seis reglas que rigen (o deberán regir) su actividad. Recuerden las dos palabras que di anteriormente. Resumen la actividad del curador: MAGNETISMO y RADIACIÓN. Ambas producen diferentes efectos, como veremos más adelante.


 
 




 

martes, 13 de agosto de 2013

Curación Esotérica Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul (Alice A. Bailey)



 
 
INTRODUCCIÓN


El tema de la curación es tan antiguo como las mismas edades y ha sido siempre materia de investigación y de experimentación. Pero el correcto empleo de las fuerzas de curación y de la facultad de curar está en su infancia. Solo en esta era y generación, es posible, por fin, impartir las leyes de la curación magnética e indicar las causas de la enfermedad –originadas en los tres cuerpos internos- que hoy devastan la estructura humana, causan un sinfín de sufrimiento y dolor, y hacen que el hombre atraviese el portal que conduce al mundo de la existencia incorpórea. Recién ahora el hombre ha llegado a un grado de evolución de su conciencia en que puede comenzar a comprender el poder de los mundos subjetivos y la nueva y vasta ciencia de la psicología es su respuesta a este creciente interés. Los procesos de adaptación, eliminación y curación constituyen la preocupación de las personas que piensan y sufren. Tenemos mucho que hacer, por lo tanto les pido que tengan
paciencia.

Cuando entramos en el reino de la curación, penetramos en un mundo de gran conocimiento esotérico y de infinidad de conclusiones, y enfrentamos las formulaciones de innumerables mentes, que en el transcurso de las épocas han tratado de curar y ayudar. El por qué y el motivo de las enfermedades ha sido tema de un sinfín de investigaciones y especulaciones y se han efectuado incontables deducciones categóricas respecto a la cura de tales dolencias. También se han formulado innumerables métodos, técnicas, fórmulas, prescripciones, variedad de manipulaciones y teorías. Todo esto sirve para colmar la mente de ideas –unas correctas, otras erróneas- lo cual dificulta la entrada de nuevas ideas y la asimilación, por parte de los estudiosos, de lo hasta ahora desconocido.

Los aspirantes pierden valiosos conocimientos si rehúsan abandonar lo que la mente inferior estima. Cuando han logrado abrir su mente y estén dispuestos aceptar las nuevas teorías e hipótesis, descubrirán que las antiguas y estimadas verdades, realmente no se pierden, sino que son relegadas a su debido lugar en un esquema mayor.

Los iniciados de la Sabiduría Eterna son necesariamente sanadores, aunque quizás no todos curen el cuerpo físico. La razón de ello es que todas las almas que han logrado cierta medida de ver­dadera liberación son transmisoras de energía espiritual. Esto, auto­máticamente, afecta algún aspecto del mecanismo utilizado por las almas con quienes entran en contacto. Cuando empleo la palabra mecanismo en estas instrucciones, me refiero a los diferentes as­pectos del instrumento, el cuerpo o naturaleza forma, a través del cual las almas procuran manifestarse, por lo tanto me refiero a:
 
  1. El cuerpo físico denso, suma total de todos los organismos que lo componen; éstos realizan las distintas funciones que permiten al alma expresarse en el plano físico u objetivo, como parte de un organismo mayor, más grande e incluyente. El cuerpo físico es el mecanismo de respuesta del hombre interno espiritual, y sirve para poner esta entidad espiritual en armonía con el mecanismo de respuesta del Logos planetario, esa Vida en la cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
  1. El cuerpo etérico, tiene un fundamental objetivo, que consiste en vitalizar y energetizar al cuerpo físico y así integrarlo al cuerpo de energía de la Tierra y del sistema solar. Es una red de corrientes de energía, de líneas de fuerza y de luz. Consti­tuyó parte de la vasta red de energías que subyace en todas las formas, grandes o pequeñas -micro o macrocósmicas. A través de estas líneas de energía fluyen las fuerzas cósmicas, así como la sangre corre a través de las venas y arterias. Esta constante circulación individual (humana, planetaria y solar) de fuerza de vida a través del cuerpo etérico de todas las formas, es la base de toda vida manifestada y la expresión de la esencial no separatividad de cada vida.
  1. El cuerpo astral o de deseos (a veces denominado cuerpo emo­cional) es el efecto producido por la interacción del deseo y de la respuesta sensible sobre el yo que se halla en el centro, y el efecto resultante (en dicho cuerpo) se experimenta como emoción, dolor, placer y todos los pares de opuestos. En ambos cuerpos, el cuerpo etérico y el astral, reside el noventa por cien­to de las causas de las enfermedades y dolencias físicas.
  1. El cuerpo mental, o esa cantidad de sustancia mental o chitta, que la unidad humana individual puede utilizar e impresionar, constituye el cuarto mecanismo de la serie, a disposición del alma. Recordemos también que los cuatro cuerpos constituyen un solo mecanismo. El cinco por ciento de las enfermedades modernas se originan en este cuerpo u estado de conciencia; quiero aclarar aquí que lo que reiteran constantemente ciertas escuelas de curadores, de que la mente es la causa de todas las enfermedades, aún no es un hecho comprobado. Dentro de un millón de años, cuando la atención humana cambie su enfoque de la naturaleza emocional a la mental, y cuando el hombre sea tan esencialmente mental como hoy es esencialmente emocio­nal, entonces las causas de las enfermedades deberán buscarse en el reino de la mente. Hoy pueden atribuirse, excepto en po­cos y raros casos, a la falta de vitalidad o al excesivo estímulo, y a las esferas del sentimiento, de los deseos (frustrados o excesi­vamente satisfechos) y también al carácter, a la supresión o expresión de anhelos profundamente arraigados, a la irritabili­dad, placeres secretos y muchos impulsos ocultos, que emanan de la vida de deseo del sujeto.
Este anhelo de ser y poseer, ha construido y está construyendo el mecanismo físico externo de respuesta, y hoy está forzando a ese mecanismo, que fue construido expresamente para fines físi­cos, a servir propósitos más subjetivos. Esto produce dificultades, y sólo cuando el hombre comprenda que dentro de la envoltura física externa existen otros cuerpos que responden a propósitos más sutiles, entonces veremos el gradual reajuste y la salud del cuerpo físico. De estas sutiles envolturas nos ocuparemos más ade­lante.
Naturalmente se preguntarán aquí: Qué plan general seguiré a medida que los instruyo sobre las leyes de curación, esas leyes que guían a los iniciados y gradualmente reemplazarán a los mé­todos físicos del actual arte de curar. Lógicamente querrán conocer la técnica especial que -como curadores- deben aprender a apli­car tanto ustedes corno los que tratan de curar. Delinearé brevemente la enseñanza que impartiré; señalaré dónde deben poner el énfasis, cuando comiencen a estudiar este tópico.
Primero, me ocuparé de las causas de las enfermedades, porque el estudiante esotérico siempre ha de comenzar en el mundo de los orígenes y no en el mundo de los efectos.
Segundo, elaboraré los siete métodos de curación que rigen el “trabajo de restitución” (denominado así en la terminología eso­térica) tal como lo practican los iniciados del mundo. Estos méto­dos determinan las técnicas que deben ser empleadas. Se observará que tales métodos y técnicas están condicionados por los rayos, (sobre los cuales ya he escrito) * y por lo tanto el curador debe considerar no sólo el rayo a que pertenece, sino también el rayo del paciente. Existen en consecuencia siete técnicas de rayo y éstas requieren una elucidación antes de poder aplicarlas inteli­gentemente.
Tercero, pondré el énfasis sobre la curación psicológica y la ne­cesidad de tratar al paciente de acuerdo a su vida interna, porque la ley básica que fundamenta toda curación ocultista puede decirse que es la siguiente:

LEY I

Toda enfermedad es el resultado de la inhibición de la vida del alma. Esto es verdad para todas las formas de todos los reinos. El arte del curador consiste en liberar al alma, a fin de que su vida pueda fluir a través del conglomerado de organismos que constituyen una forma determinada.

Es interesante observar que el intento de los científicos de libe­rar la energía del átomo es en general de la misma naturaleza que el trabajo del esotérico cuando se esfuerza por liberar la energía del alma. En tal liberación se halla oculta la naturaleza del verda­dero arte de curar. Aquí hay una insinuación esotérica.

Cuarto, consideraremos el cuerpo físico, sus enfermedades y sus males, pero sólo después de haber estudiado esa parte del hombre que se halla detrás del cuerpo físico denso y lo rodea. De esta ma­nera trabajaremos desde el mundo de las causas internas al mundo de los acontecimientos externos. Veremos que todo lo que concier­ne a la salud del hombre tiene su origen en:
  1. La suma total de fuerzas, sentimientos, deseos y procesos men­tales ocasionales que caracterizan los tres cuerpos sutiles y de­terminan la vida y experiencia del cuerpo físico
  1. El efecto que produce sobre el cuerpo físico la condición en que se halla la humanidad corno un todo. Un ser humano es una parte integral de la humanidad; un organismo dentro de un organismo mayor. Las condiciones existentes en el todo serán reflejadas en la unidad-yo; y muchos de los males que el hombre sufre
  1. hoy, son efectos de las condiciones existentes en el cuarto reino de la naturaleza, no siendo el hombre responsable de ellas.
  1. El efecto sobre su cuerpo físico, producido por la vida planeta­ria, expresión de la vida del Logos planetario, una Entidad en evolución. Las implicaciones de esto están más allá de nuestra comprensión, pero los efectos son discernibles.
No tengo mayor interés en entrenar individuos para que lleguen a ser curadores más eficientes. Mi objetivo es que realicen las cu­raciones en forma grupal, pues me interesa el trabajo realizado en esa forma. Ningún grupo puede trabajar como una unidad, a no ser que se amen y sirvan mutuamente. La energía curadora de la Jerarquía espiritual no puede fluir a través del grupo si hay desarmonía y crítica. El primer trabajo, en consecuencia, de cualquier grupo de curadores, es establecer entre ellos una corriente de amor y trabajar mediante la unidad y comprensión grupales.
Quisiera puntualizar aquí la necesidad de tener paciencia a me­dida que se va integrando el grupo curador y las auras de sus miembros se fusionan. Llevará tiempo para que las personas apren­dan a trabajar juntas con perfecta comprensión e impersonalidad, y a la vez lograr, durante su trabajo, una centralización que produzca el necesario ritmo grupal, un ritmo de tal unidad e intensidad que el trabajo pueda sincronizarse internamente. A medida que los aspirantes y estudiantes trabajen en estas líneas, deben entrenarse a pensar como grupo y dar al grupo, sin mezquindad ni reticen­cias, lo mejor que hay en ellos y también el fruto de sus medita­ciones sobre tales cuestiones.
Podría agregar también que estas instrucciones deben ser en lo posible muy concisas. Me esforzaré para poner en breves palabras muchas verdades e informaciones, a fin de que cada frase trasmita alguna idea real y arroje verdadera luz sobre los problemas que enfrenta el grupo de curación. Lo que diré se dividirá en dos par­tes: Primero, me ocuparé del trabajo general de curación y ense­ñanza, y esto implica que he de impartir leyes, técnicas y métodos. Segundo, me ocuparé del curador, y cómo puede perfeccionarse en el arte de curar.

¿No es verdad que el primer requisito para todo curador es establecer una simpática armonía con el paciente, a fin de que el curador tenga una visión interna de la dificultad y gane su con­fianza?
Magnetismo e Irradiación son dos palabras que encierran los requisitos para todos los verdaderos curadores y deben esforzarse para adquirirlos. Un curador debe ser magnético sobre todas las cosas y atraer hacia sí:
  1. El poder de su propia alma; esto involucra alineamiento por medio de la meditación individual.
  1. A aquellos que él puede ayudar; esto involucra actitud des­centralizada.
  1. Esas energías que, cuando surge la necesidad, estimularán al paciente para que inicie la actividad deseada. Esto invo­lucra conocimiento ocultista y una mente entrenada.
El curador ha de saber también en qué forma debe irradiar, porque la irradiación del alma estimulará la actividad del alma del que debe ser curado, iniciándose el proceso de curación; la irradiación de su mente iluminará la otra mente y polarizará la volun­tad del paciente; la irradiación de su cuerpo astral o emocional controlada y desinteresada, impondrá un ritmo a la agitación del cuerpo astral del paciente, que le permitirá a éste actuar correc­tamente; mientras que la irradiación del cuerpo vital, actuando a través del centro esplénico, ayudará a organizar el cuerpo-fuerza del paciente, facilitando así la tarea de curación. Por lo tanto el curador tiene el deber de ser eficaz y, de acuerdo con lo que él es, así será el efecto que producirá sobre el paciente. Cuando un cura­dor trabaja magnéticamente e irradia la fuerza de su alma sobre el paciente, éste podrá lograr más fácilmente el fin deseado lo cual puede ser la total curación o bien el establecimiento de un estado mental que le permitirá seguir viviendo con su dolencia, sin verse obstaculizado por las limitaciones kármicas del cuerpo, o quizás pueda liberarse debidamente (con alegría y facilidad) del cuerpo y obtener la completa salud a través del portal de la muerte.
 
 
Notas: * Tratado sobre los Siete Rayos, Tomos I y II


miércoles, 7 de agosto de 2013

JORGE ADOUM (MAGO JEFA)COSMOGENESIS Capítulo VIII LOS CICLOS DE LA VIDA y LA MUERTE




1.- La historia del hombre comienza en el momento de su nacimiento o de su reencarnación, pero para nacer debe haber existido y para morir debe haber nacido. Este renacimiento o reencarnación no se efectúa al azar, sino que es completamente consciente; y por eso, si estamos aquí es porque nosotros lo hemos deseado, aún para quejarnos después, ya que nuestras quejas fueron previstas y anunciadas antes de nuestra encarnación. Sin embargo, el Espíritu repite lo que dijo el Cristo: "Que la voluntad del Padre se. haga". Los planetas más espirituales son los que se acercan más al Sol. Es una verdad combatida por los astrólogos, pero no importa. En la tierra somos una especie de demonios. Existen en ella seres Celestes. La tierra es infierno, purgatorio y rara vez, un paraíso para pocos seres. En ella se nace, se lucha y no se llega a realizar la síntesis de la Humanidad.
2. - Nada sucede si nosotros no lo queremos, El Cristo, aceptó de antemano, todo lo concerniente a su vida y descendió por nosotros a este globo, mucho antes que nuestra venida. Después, nosotros hemos descendido por propia voluntad.. Nosotros podemos quedar en el plano astral dos años, dos siglos o dos mil años; esto es algo completamente personal y así como la vida de cada uno en la tierra es diferente en duración, así también en la otra no hay una regla general y la persona puede quedarse diez días como diez siglos.
3. - Cuando se aproxima el tiempo de la reencarnación se acerca el Ángel del alma y le averigua: si tiene el coraje de descender. Entonces comienza el alma a ver de antemano lo que debe sufrir y tiene la libertad de rehusarse. Si acepta, sentirá que la Providencia no le abandonará nunca, y que siempre estará ,guiado por seres que lo rodearán durante toda su vida terrestre.Entonces desciende y todos los antecesores y amigos cantarán de alegría, por su coraje y por su futura evolución; pero una vez reencarnado se olvida de todo, porque viste un ropaje y un cerebro nuevo que no puede recordar, salvo en determinados casos, y porque también la Providencia ha dispuesto este olvido para que su existencia no sea un continuo infierno, si llega a saber de antemano lo que le va a suceder durante la presente vida. Conocer el futuro de antemano es sufrir doblemente, y con ello perdemos toda la energía para luchar, deseando sólo volvernos a morir enseguida. ¿Qué sería de los padres si supieran que infaliblemente sus cinco hijos deberían morir en la guerra? ¿Qué sería de la esposa si viera que el marido va a abandonarla con diez hijos menores?Esto es lo que nos sucede al venir a la tierra.
4. - El descenso se efectúa a través de los planetas. Luego el espíritu comienza a recorrer alrededor de la tierra, buscando la entrada en la futura morada. La tierra está defendida por esa serpiente o corriente astral terrible que la rodea. Nosotros la percibimos en el estado astral. Esta corriente tiene doce puertas, llamadas los signos zodiacales. Cada espíritu penetra en la tierra por un signo diferente; pero siempre está ayudado por la luz del ángel, que lo conduce a esta poderosa y terrible corriente para llegar a la zona de atracción terrestre.

5. - El espíritu en la tierra principia a aclimatarse, a acostumbrarse a su atracción y es como un satélite humano de la futura madre. Después de nueve lunaciones o revoluciones lunares, envuelve a su sol madre con efluvios divinos y astrales, y toma conocimientos del cuerpo que se está formando. Luego tiene lugar el nacimiento. Es un ser nuevo que viene a nuestro mundo y durante largo tiempo el niño queda en relación con el más allá; pero los. seres de la tierra no comprenden .esto y hasta tratan de cortar estas relaciones. Mientras escribimos estas líneas tenemos ante nosotros una niña de dos años que junta las manos y dice: aquí está el Pepito. Luego comienza a reírse y se habla ciertas palabras, y después de un momento ella corre y comienza a llorar, diciendo que el Pepito se fue por un hueco pequeño de la mesa o de la silla. En varias ocasiones se repitieron estas escenas con la pequeñita y de diferentes modos. Estos recuerdos del otro mundo duran hasta la edad de cuatro años; luego comienza a esfumarse. Los ojos y oídos terrestres se dedican más y más a la tierra y 1os sentidos del más allá se cierran, y así el niño principia a tener conciencia de las cosas materiales. La madre debe educar su corazón hasta la edad de siete años.

6.- Sólo las mujeres pueden desarrollar el corazón del niño de una manera conveniente; los hombres forman solamente el cerebro. Esta es la diferencia que se manifiesta entre la acción masculina. Varias veces se ha repetido que la nación cuyas mujeres no comparten con los hombres el destino de sus habitantes, iría, tarde o temprano, al fracaso, por su despotismo y tiranía; porque además de formar los cerebros hay que desarrollar los corazones. A los siete años el espíritu se posesiona del cuerpo completamente y la inteligencia comienza, a esa edad, a actuar. Entonces la sociedad principia a desempeñar su papel en el niño.

7.- Hemos venido fabricando nuestros cuerpos desde el más allá; es lo que San Pablo llama Cuerpos Gloriosos. Esta fabricación dura poco o mucho según nuestros deberes en la vida. Si son muchos, nos morirnos más o menos a los ochenta años; pero si son pocos, la naturaleza nos lleva pronto, para evolucionar en el Astral. Estamos en la tierra para desempeñar un papel social y para fabricar nuestros cuerpos espirituales. Cuando terminamos el trabajo, viene la muerte. No debemos temerla, porque no perdemos nada con el cambio.
 
8.- Nadie puede adelantar solo. Somos todos como eslabones de una cadena o como las células de un organismo. Todos debemos trabajar juntos y por el conjunto, y ninguna célula puede avanzar más que su organismo. Tengamos más indulgencia, piedad y amor para con nuestros semejantes. El mundo está harto de leyes y códigos. Las únicas leyes inmutables pueden ser resumidas en pocas frases: " Ayudémonos unos a otros. No debemos juzgar jamás a los que caen; al contrario, hay que conducirlos al camino de la paz interna ya la felicidad del alma". Debemos imitar a la mujer en su obra de bondad y de amor, en su principio femenino en la humanidad.