INTRODUCCIÓN
El tema de la curación es tan antiguo como las mismas edades y ha sido siempre materia de investigación y de experimentación. Pero el correcto empleo de las fuerzas de curación y de la facultad de curar está en su infancia. Solo en esta era y generación, es posible, por fin, impartir las leyes de la curación magnética e indicar las causas de la enfermedad –originadas en los tres cuerpos internos- que hoy devastan la estructura humana, causan un sinfín de sufrimiento y dolor, y hacen que el hombre atraviese el portal que conduce al mundo de la existencia incorpórea. Recién ahora el hombre ha llegado a un grado de evolución de su conciencia en que puede comenzar a comprender el poder de los mundos subjetivos y la nueva y vasta ciencia de la psicología es su respuesta a este creciente interés. Los procesos de adaptación, eliminación y curación constituyen la preocupación de las personas que piensan y sufren. Tenemos mucho que hacer, por lo tanto les pido que tengan
paciencia.
Cuando
entramos en el reino de la curación, penetramos en un mundo de gran
conocimiento esotérico y de infinidad de conclusiones, y enfrentamos
las formulaciones de innumerables mentes, que en el transcurso de las
épocas han tratado de curar y ayudar. El por qué y el motivo de las
enfermedades ha sido tema de un sinfín de investigaciones y
especulaciones y se han efectuado incontables deducciones categóricas
respecto a la cura de tales dolencias. También se han formulado
innumerables métodos, técnicas, fórmulas, prescripciones, variedad
de manipulaciones y teorías. Todo esto sirve para colmar la mente
de ideas –unas correctas, otras erróneas- lo cual dificulta la
entrada de nuevas ideas y la asimilación, por parte de los
estudiosos, de lo hasta ahora desconocido.
Los
aspirantes pierden valiosos conocimientos si rehúsan abandonar lo
que la mente inferior estima. Cuando han logrado abrir su mente y
estén dispuestos aceptar las nuevas teorías e hipótesis,
descubrirán que las antiguas y estimadas verdades, realmente no se
pierden, sino que son relegadas a su debido lugar en un esquema
mayor.
Los
iniciados de la Sabiduría Eterna son necesariamente sanadores,
aunque quizás no todos curen el cuerpo físico. La razón de ello
es que todas las almas que han logrado cierta medida de verdadera
liberación son transmisoras de energía espiritual. Esto,
automáticamente, afecta algún aspecto del mecanismo utilizado
por las almas con quienes entran en contacto. Cuando empleo la
palabra mecanismo en estas instrucciones, me refiero a los diferentes
aspectos del instrumento, el cuerpo o naturaleza forma, a través
del cual las almas procuran manifestarse, por lo tanto me refiero a:
- El cuerpo físico denso, suma total de todos los organismos que lo componen; éstos realizan las distintas funciones que permiten al alma expresarse en el plano físico u objetivo, como parte de un organismo mayor, más grande e incluyente. El cuerpo físico es el mecanismo de respuesta del hombre interno espiritual, y sirve para poner esta entidad espiritual en armonía con el mecanismo de respuesta del Logos planetario, esa Vida en la cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser.
- El cuerpo etérico, tiene un fundamental objetivo, que consiste en vitalizar y energetizar al cuerpo físico y así integrarlo al cuerpo de energía de la Tierra y del sistema solar. Es una red de corrientes de energía, de líneas de fuerza y de luz. Constituyó parte de la vasta red de energías que subyace en todas las formas, grandes o pequeñas -micro o macrocósmicas. A través de estas líneas de energía fluyen las fuerzas cósmicas, así como la sangre corre a través de las venas y arterias. Esta constante circulación individual (humana, planetaria y solar) de fuerza de vida a través del cuerpo etérico de todas las formas, es la base de toda vida manifestada y la expresión de la esencial no separatividad de cada vida.
- El cuerpo astral o de deseos (a veces denominado cuerpo emocional) es el efecto producido por la interacción del deseo y de la respuesta sensible sobre el yo que se halla en el centro, y el efecto resultante (en dicho cuerpo) se experimenta como emoción, dolor, placer y todos los pares de opuestos. En ambos cuerpos, el cuerpo etérico y el astral, reside el noventa por ciento de las causas de las enfermedades y dolencias físicas.
- El cuerpo mental, o esa cantidad de sustancia mental o chitta, que la unidad humana individual puede utilizar e impresionar, constituye el cuarto mecanismo de la serie, a disposición del alma. Recordemos también que los cuatro cuerpos constituyen un solo mecanismo. El cinco por ciento de las enfermedades modernas se originan en este cuerpo u estado de conciencia; quiero aclarar aquí que lo que reiteran constantemente ciertas escuelas de curadores, de que la mente es la causa de todas las enfermedades, aún no es un hecho comprobado. Dentro de un millón de años, cuando la atención humana cambie su enfoque de la naturaleza emocional a la mental, y cuando el hombre sea tan esencialmente mental como hoy es esencialmente emocional, entonces las causas de las enfermedades deberán buscarse en el reino de la mente. Hoy pueden atribuirse, excepto en pocos y raros casos, a la falta de vitalidad o al excesivo estímulo, y a las esferas del sentimiento, de los deseos (frustrados o excesivamente satisfechos) y también al carácter, a la supresión o expresión de anhelos profundamente arraigados, a la irritabilidad, placeres secretos y muchos impulsos ocultos, que emanan de la vida de deseo del sujeto.
Este
anhelo de ser y poseer, ha construido y está construyendo el
mecanismo físico externo de respuesta, y hoy está forzando a ese
mecanismo, que fue construido expresamente para fines físicos,
a servir propósitos más subjetivos. Esto produce dificultades, y
sólo cuando el hombre comprenda que dentro de la envoltura física
externa existen otros cuerpos que responden a propósitos más
sutiles, entonces veremos el gradual reajuste y la salud del cuerpo
físico. De estas sutiles envolturas nos ocuparemos más adelante.
Naturalmente
se preguntarán aquí: Qué plan general seguiré a medida que los
instruyo sobre las leyes de curación, esas leyes que guían a los
iniciados y gradualmente reemplazarán a los métodos físicos
del actual arte de curar. Lógicamente querrán conocer la técnica
especial que -como curadores- deben aprender a aplicar tanto
ustedes corno los que tratan de curar. Delinearé brevemente la
enseñanza que impartiré; señalaré dónde deben poner el énfasis,
cuando comiencen a estudiar este tópico.
Primero,
me ocuparé de las causas de las enfermedades, porque el estudiante
esotérico siempre ha de comenzar en el mundo de los orígenes y no
en el mundo de los efectos.
Segundo,
elaboraré los siete métodos de curación que rigen el “trabajo de
restitución” (denominado así en la terminología esotérica)
tal como lo practican los iniciados del mundo. Estos métodos
determinan las técnicas que deben ser empleadas. Se observará que
tales métodos y técnicas están condicionados por los rayos, (sobre
los cuales ya he escrito) * y por lo tanto el curador debe considerar
no sólo el rayo a que pertenece, sino también el rayo del paciente.
Existen en consecuencia siete técnicas de rayo y éstas requieren
una elucidación antes de poder aplicarlas inteligentemente.
Tercero,
pondré el énfasis sobre la curación psicológica y la necesidad
de tratar al paciente de acuerdo a su vida interna, porque la ley
básica que fundamenta toda curación ocultista puede decirse que es
la siguiente:
LEY I
Toda enfermedad es el resultado de la
inhibición de la vida del alma. Esto es verdad para todas las formas
de todos los reinos. El arte del curador consiste en liberar al alma,
a fin de que su vida pueda fluir a través del conglomerado de
organismos que constituyen una forma determinada.
Es
interesante observar que el intento de los científicos de liberar
la energía del átomo es en general de la misma naturaleza que el
trabajo del esotérico cuando se esfuerza por liberar la energía del
alma. En tal liberación se halla oculta la naturaleza del verdadero
arte de curar. Aquí hay una insinuación esotérica.
Cuarto,
consideraremos el cuerpo físico, sus enfermedades y sus males, pero
sólo después de haber estudiado esa parte del hombre que se halla
detrás del cuerpo físico denso y lo rodea. De esta manera
trabajaremos desde el mundo de las causas internas al mundo de los
acontecimientos externos. Veremos que todo lo que concierne a la
salud del hombre tiene su origen en:
- La suma total de fuerzas, sentimientos, deseos y procesos mentales ocasionales que caracterizan los tres cuerpos sutiles y determinan la vida y experiencia del cuerpo físico
- El efecto que produce sobre el cuerpo físico la condición en que se halla la humanidad corno un todo. Un ser humano es una parte integral de la humanidad; un organismo dentro de un organismo mayor. Las condiciones existentes en el todo serán reflejadas en la unidad-yo; y muchos de los males que el hombre sufre
- hoy, son efectos de las condiciones existentes en el cuarto reino de la naturaleza, no siendo el hombre responsable de ellas.
- El efecto sobre su cuerpo físico, producido por la vida planetaria, expresión de la vida del Logos planetario, una Entidad en evolución. Las implicaciones de esto están más allá de nuestra comprensión, pero los efectos son discernibles.
No
tengo mayor interés en entrenar individuos para que lleguen a ser
curadores más eficientes. Mi objetivo es que realicen las
curaciones en forma grupal,
pues me interesa el trabajo realizado en esa forma. Ningún grupo
puede trabajar como una unidad, a no ser que se amen y sirvan
mutuamente. La energía curadora de la Jerarquía espiritual no puede
fluir a través del grupo si hay desarmonía y crítica. El primer
trabajo, en consecuencia, de cualquier grupo de curadores, es
establecer entre ellos una corriente de amor y trabajar mediante la
unidad y comprensión grupales.
Quisiera
puntualizar aquí la necesidad de tener paciencia a medida que
se va integrando el grupo curador y las auras de sus miembros se
fusionan. Llevará tiempo para que las personas aprendan a
trabajar juntas con perfecta comprensión
e impersonalidad, y a la vez lograr,
durante su trabajo, una centralización que produzca el necesario
ritmo grupal, un ritmo de tal unidad e intensidad que el trabajo
pueda sincronizarse internamente. A medida que los aspirantes y
estudiantes trabajen en estas líneas, deben entrenarse a pensar como
grupo y dar al grupo, sin mezquindad ni reticencias, lo mejor
que hay en ellos y también el fruto de sus meditaciones sobre
tales cuestiones.
Podría
agregar también que estas instrucciones deben ser en lo posible muy
concisas. Me esforzaré para poner en breves palabras muchas verdades
e informaciones, a fin de que cada frase trasmita alguna idea real y
arroje verdadera luz sobre los problemas que enfrenta el grupo de
curación. Lo que diré se dividirá en dos partes: Primero, me
ocuparé del trabajo general de curación y enseñanza, y esto
implica que he de impartir leyes, técnicas y métodos. Segundo, me
ocuparé del curador, y cómo puede perfeccionarse en el arte de
curar.
¿No
es verdad que el primer requisito para todo curador es establecer una
simpática armonía con el paciente, a fin de que el curador tenga
una visión interna de la dificultad y gane su confianza?
Magnetismo
e Irradiación son dos palabras que encierran los requisitos para
todos los verdaderos curadores y deben esforzarse para adquirirlos.
Un curador debe ser magnético sobre todas las cosas y atraer hacia
sí:
- El poder de su propia alma; esto involucra alineamiento por medio de la meditación individual.
- A aquellos que él puede ayudar; esto involucra actitud descentralizada.
- Esas energías que, cuando surge la necesidad, estimularán al paciente para que inicie la actividad deseada. Esto involucra conocimiento ocultista y una mente entrenada.
El
curador ha de saber también en qué forma debe irradiar, porque la
irradiación del alma estimulará la actividad del alma del que debe
ser curado, iniciándose el proceso de curación; la irradiación de
su mente iluminará la otra mente y polarizará la voluntad del
paciente; la irradiación de su cuerpo astral o emocional controlada
y desinteresada, impondrá un ritmo a la agitación del cuerpo astral
del paciente, que le permitirá a éste actuar correctamente;
mientras que la irradiación del cuerpo vital, actuando a través del
centro esplénico, ayudará a organizar el cuerpo-fuerza del
paciente, facilitando así la tarea de curación. Por lo tanto el
curador tiene el deber de ser eficaz y, de acuerdo con lo que él es,
así será el efecto que producirá sobre el paciente. Cuando un
curador trabaja magnéticamente e irradia la fuerza de su alma
sobre el paciente, éste podrá lograr más fácilmente el fin
deseado lo cual puede ser la total curación o bien el
establecimiento de un estado mental que le permitirá seguir viviendo
con su dolencia, sin verse obstaculizado por las limitaciones
kármicas del cuerpo, o quizás pueda liberarse debidamente (con
alegría y facilidad) del cuerpo y obtener la completa salud a través
del portal de la muerte.
Notas:
* Tratado sobre los Siete Rayos,
Tomos I y II
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